El dia de todos los santos (independientemente de la religión de cada uno) es un día que se dedica a los seres queridos que ya no están con nosotros. Cada cultura ha derivado esta celebración de una forma u otra. En Méjico (creo) salen a la calle con esqueletos de todos los tamaños, de papel-cartón, en una especie de rito que parece ensalzar la figura de la Muerte.
Aquí, en España, parece que toda persona que tenga una imagen que conservar debe personarse en el cementerio de turno y hacer el paripé, la lagrimita, limpiar la tumba de rigor, las flores (que naturalmente, se pondrán por las nubes) y que todos vean lo afectados que están por la muerte de esa persona cuya tumba, memoria y nombre no ha pasado por la mente desde el año anterior (prueba de ello son el polvo y las telarañas que pueblan los cementerios de nuestras ciudades).
Yo no quiero hacerme participe de semejante hipocresía.
A mi, los cementerios que quiero visitar regularmente me quedan muy lejos. Uno está en Barcelona y dos de ellos están en Inglaterra.
Sin embargo, lo que si quiero es que, de la misma forma en que yo piesno en estas personas tan frecuentemente, que cada uno se acuerde de los seres queridos que ha perdido.
Mis sentimientos van para mi padre, mi abuela, Tory, mi tio Colin, mi tia Roma, Montse y Manel. No os olvido.
Y mis pensamientos van para esos seres queridos de las personas que tengo cerca. Nombrarlos sería refrescarles el dolor. No es necesario. Pienso en vosotros.
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